
Siempre me gustaron los dilemas. Los dilemas son aquellos problemas que parecen no tener solución. Volviendo a las 7 de la mañana de un conocido boliche de la zona de
palermo (No voy a pasar el chivo por que no me invitaron nada de tomar), decidí tomarme la famosa linea San
Martín para volver a casa. Lamentablemente, como era de esperar, me quedé dormido en el tren y me desperté justo cuando pasamos por debajo de la Avenida General Paz. Bajé
rápidamente y espere el otro tren, que finalmente me acercó las dos estaciones que me había pasado. Cuando fui a pagar el boleto, solo me quedaba un billete de 100 p obviamente me dijo la amable señora de la ventanilla: "No nene, no llego". No dudé en hacer justicia por mano propia, y me mandé como pancho por mi casa. Parece que los domingos no hay boletero, nadie controla. Es muy
difícil de saber cuanta gente no paga pero supongo que serán muchos. Seguramente, el costo del control (poner un
franquero) mucho mas grande que la pérdida por falta de pago. Poner molinetes electrónicos no sé si tiene mucho sentido, se perderían varios puestos de trabajo. Además, por razones sindicales, no sé si será posible. "Y después nos quejamos que el
transporte público es malo" me contaba Lidia, la amable jubilada compañera de viaje que me tocó. Lo que Lidia no entiende es que estos dilemas, sí tienen solución, pero como todos, es cuestión de tiempo.
pienso en lo mismo cuando está la ventanilla cerada y no tengo o no quiero usar mis monedas
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