
Iba lento, queriendo ir mas rápido como en esos sueños que te corren y no podés acelerar. Sentís que te van a atrapar, que te vas a caer al pozo. No te atrapan ni te caés pero la sensación es horrible. De pronto descubrí una pequeña palanquita, al lado del volante, donde usualmente va la luz de giro o el limpia parabrisas. La presioné y la bici (auto) empezó a ir un poco mas rápido, no lo suficiente, me frustré. Seguí pedaleando. Estaba yendo al lugar equivocado.
Es ahí cuando lo vi. Entre el río y yo estaba el verdadero camino. Todos iban en el sentido contrario yo tenía que ir ahí. Pero seguía por mi senda, acelerando sin poder acelerar. De repente, todo comenzó a girar hacia la derecha. La costa doblaba y los caminos doblaban. Yo me sentía cada vez mas lejos, una falsa inercia me obligó a doblar. La impaciencia me carcomía. Hasta que, a solo unos metros vi la posibilidad de volver. Era una especie de rotonda de esas que hay en las rutas doble mano. Solo tenía que girar un poco y estaría en la senda correcta. Ya estaba a diez metros. Trate de girar el cuerpo para que la bici doblara. No tenía mucho sentido. Ahora estaba en un auto con pedales. Sí, estaba en un auto. El volante no se movía, yo inclinaba el cuerpo con impaciencia. Demasiado tarde, ví la rotonda por una especie de espejo retrovisor, que tenía pegado un sticker de un payaso y un rosario de madera colgaba de el.
Torrentes de frustración, hacían que me carcomiera las venas cerca de mis muñecas. El calor me hacía transpirar, las gotas de sudor caían de mi frente hasta mi boca. Sin mucha opción me las tragaba. Tenía sed.
Fue ahí cuando el auto empezó a acelerar solo. Cada vez más rápido, cada vez más lejos. Rápido, lejos. Calor. De repente ví un taxi, estaba adelante nuestro, lo íbamos a chocar. Era mi oportunidad, cuando estaba cerca del taxi iba a saltar y le iba a pedir al concuctor que me llevara a donde yo iba. Pero nada fue así, la sed aumentaba, necesitaba tomar agua. El taxi seguía adelante, el choque era inminente. Cuando estábamos a punto de chocarlo, la física cambio. No fu un impacto, como se esperaba fue una fusión. Ahora yo estaba en el taxi, el payaso del sticker manejaba feliz la bicicleta para el otro lado.
Yo estaba tranquilo, el taxi en el que viajaba ahora estaba en el camino adecuado. Ahora el río estaba a la derecha. Por un momento sentí tranquilidad. Pero no fué así. La sed aumento y el taxi se inclinaba a la derecha. Cada vez mas y mas. Como esa gota que cae al vaso y lo hace rebalsar, yo caía al rio con el taxí. Agua. Agua. Agua. Tenía toda el agua que quería. Yo era un pez, me fui nadando.
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